Con el 11-S, el entonces alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, aprendió que podía ser el líder de una emergencia. Quienes estuvieron a su lado dicen que transmite calma gracias a una expresión serena, casi alegre, que no pierde ni en los momentos más dramáticos.
Para él, no se debe confundir coordinar con interferir. Al igual que la ciudad se recuperó del atentado, la economía mundial saldrá sola de esta crisis y el Gobierno no debe interferir. A su juicio, lo que hay que hacer es reducir el gasto gubernamental para no hipotecar el futuro.
Considera igual de negativo imponer muchas normas que pocas, ya que se deben regular sólo aquellos aspectos importantes. Aprueba el rescate de las instituciones financieras, pero cuestiona las ayudas destinadas al sector automotor. En su opinión, "los buenos políticos son los que se forman en la empresa"; el resto aplica medidas más teóricas.
Se coloca como ejemplo: cuando llegó a la alcaldía de Nueva York, se encontró un déficit de US$ 2.300 millones que transformó en superávit, gracias al recorte de gastos, aunque los trabajos de recuperación tras el atentado eclipsaron este logro. El 11-S, cuando comprendió la magnitud de lo sucedido, sintió temor por el papel que le tocaba desempeñar, pero recordó los consejos de su padre y trató de mantener la calma y transmitirla, para lograr que surgieran las soluciones.
Los tres primeros días se dedicó a recuperar el control y permaneció en la zona cero, para conocer de cerca la situación. Cada mañana, se reunían todos los implicados para chequear necesidades y coordinar el trabajo, tomándose las decisiones en el acto. Así trabajaron por 4 meses.
Buscando inspiración, estudió la experiencia de Winston Churchill con los bombardeos que vivió Londres en la Segunda Guerra Mundial. Cree que la clave está en transmitir que el ser humano es capaz de superarlo todo y para eso hay que lograr que la información sea rápida y transparente. En su caso, empezaron a informar dos horas después del ataque.
Aprendió que cuando las cosas se hacen bien, la gente está dispuesta a colaborar y al final, hubo más voluntarios y donativos de lo esperado. También reconoce que hubo errores en la gestión. De profesión abogado, ya con 37 años era asistente del Fiscal General de EUA; en 1994, fue alcalde de su ciudad natal, y aspiró al Senado en 2000, aunque por salud debió retirarse. Se presentó a la presidencia en 2008 por los republicanos, pero no llegó al final. Ahora dirige su propia empresa de seguridad y es socio de un bufete.
Para él, todo líder debe seguir unas reglas básicas para la gestión de una crisis:
1) Escuchar: "La verdad sólo surge después de la confrontación".
2) Cercanía:"No puedes gestionar una crisis sin conocerla de cerca".
3) Preparación:"Prepárate para todo en demasía, y así estarás preparado para casi cualquier cosa".
4) Actitud positiva: "La regla de oro de un líder consiste en ser optimista".
5) Comunicación: "Hay que comunicar los objetivos con transparencia para mantener informado al público tan rápido como sea posible".
6) Realismo:"No hay decisiones perfectas; tienes que hacerlas y punto".
Fuente Original: Knowledge Wharton Magazine