lunes, 18 de enero de 2010

Haciendo Olas para Encontrar el Rumbo


Según tengo entendido, si un marino va en un bote pequeño y la niebla le impide ver una boya indicadora de su ruta, lo que hace es describir rápidamente círculos pequeños en el bote, para producir oleaje que haga moverse a la boya.

Luego se detiene, presta oído y vuelve a hacer lo descrito, hasta que oye la campana de la boya. Levantando olas encuentra su rumbo.

A menudo, lo que se necesita para dar con esos indicadores es la voluntad de afrontar algunos riesgos, de “hacer olas”.

Una embarcación que permanece atracada no corre ningún peligro, pero no llega a ninguna parte.

Como tener una Bella Vejez


Una señora, bien equilibrada y orgullosa, de 92 años de edad que cada mañana se paraba a las 8 en punto para peinar su cabello al estilo de peluquería y aplicarse un maquillaje perfecto, aún sabiendo que era casi ciega, hoy tenía que mudarse a un asilo de ancianos.

Su marido de 90 años, recientemente había muerto, obligándola a realizar este cambio en su vida después de su fallecimiento tan dolorosa para ella. Habían sido una pareja muy felizmente casados por mas de 60 años.

Después de muchas horas de esperar pacientemente en la recepción del asilo de ancianos, ella sonrió muy dulcemente cuando le avisaron que su habitación estaba lista. Mientras ella maniobraba su andador al ascensor, la enfermera le daba una descripción detallada de su pequeño cuarto, incluyendo las sábanas y cortinas que habían sido colgadas en su ventana, "Me encantan", dijo ella con el entusiasmo de una niña de 8 años al que acaban de mostrarle un nuevo cachorro.

Hay que Aprender a Oir a los Adolescentes


Todos, por lo general, de jóvenes somos ruidosos, desordenados, rebeldes, irreverentes y algunas otras cosas mas; no obstante, esos detalles -aunque en ocasiones sean molestos-, se saben sobrellevar por los padres. Pero, que sucede cuando esas acciones pasan de ser molestas, brinca la barrera de lo tolerable y las acciones antes mencionadas pasan a ser delitos?

La primer pregunta que les viene a los padres es: “¿En qué fallamos?.…”

Y en ocasiones son los mismos jóvenes los que tienen la respuesta: “Mis padres no me escucharon”.

El reverendo Charles Galea, realizó un estudio en jovencitos que iban en camino o bien ya estaban en algún centro de detención o reformatorio para menores. “Cuando escucho sus historias -dice el reverendo-, les hago esta pregunta: “Si tus padres estuvieran sentados aquí con nosotros en este momento, ¿qué te gustaría decirles? Sus respuestas resultan sorprendentes...”
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