lunes, 10 de agosto de 2009

Cuento de Jorge Bucay


El siguiente cuento que les traigo lo encontré en la revista Mente Sana (Num. 39), es de Jorge Bucay, uno de mis escritores favoritos por su forma de mandar los mensajes, en su artículo nos invita, entre otras cosas, a abandonar el perfeccionismo, el mal humor y la prisa sin sentido.

A alejarnos de toda discusión inútil, de peleas innecesarias, de rasgos de actitud competitiva, de no querer tener siempre la razón en toda conversación sólo para demostrarnos nuestra vanidad.

Espero que les guste, a mí me ha hecho reflexionar….:


Después de muchos años de no verse, dos amigos se encuentran en la calle.

- Serafín, ¡cuánto tiempo! ¿Cómo vas?

- ¿Eres tú, Lorenzo? Si no me hablas, nunca te hubiera reconocido… ¿Qué te has hecho? ¿Alguna operación? ¿Un tratamiento facial? Se te ve más joven.

- No. Ninguna cirugía. Lo que sucede es que, hace meses, tomé una decisión que me ha cambiado la vida y, desde entonces, vivo tan bien que eso me ha traído salud y bienestar.

- Vaya, Lorenzo, me sorprendes… ¿Y cuál es la decisión mágica?

- Es muy simple - dice el otro sin vueltas-. No discuto nunca con nadie por ninguna razón.

Serafín sonríe y espera. No cree que la explicación vaya a terminar allí. Finalmente, se decide y habla:

- Nunca discutes…

- Con nadie y por ninguna razón - completa Lorenzo.

- Pero no puede deberse a ello - dice Serafín.

Y Lorenzo, haciendo gala de su postura, contesta:

-Tienes razón, no puede deberse a ello.


El Ave Lira Video ave imitadora de sonidos



Entre los regalos que la madre naturaleza nos ha entregado esta el ruido del agua al correr, las hojas de los árboles al moverlas el viento y, sin duda, lo mas fabuloso, el cantar de los pájaros.

Así es, oir el cantar de los pájaros es es algo excepcional, relajante y agradable, por desgracia (o por el hombre) las especies mas sofisticadas están en peligro de extinción; que bien que nuestros nietos vayan a apreciar estos momentos gracias a la tecnología.

De todos los pájaros cantores, hay uno que sobresale de manera significativa, es llamado El Ave Lira Soberbia (Menura novaehollandiae), es un pájaro paserino grande, hasta 1 m de longitud, con plumaje marrón y gris, alas redondeadas, y patas largas y fuertes. Es uno de los pájaros cantores más grandes (después del cuervo de pico grueso y el cuervo común).

Esta especie es muy conocida por su magnífica capacidad de imitar muy bien casi cualquier sonido. El documental La Vida de las Aves (The Life of Birds) incluye una escena famosa en la que este pájaro imita, entre otras cosas, el sonido de una cámara, el canto de una cucaburra, la alarma de un coche, y el ruido de una motosierra.

Esta especie es originaria de Australia, y habita los bosques de Victoria y los de Queensland. Se alimenta principalmente de animales pequeños, los cuales caza sobre el suelo del bosque.

Como las demás aves australianas (como el emú) el ave lira soberbia es un símbolo popular, e incluso se ve en la moneda australiana de diez céntimos.

A continuación del video: El Ave Lira

Dos Numeros Menos Cuento reflexion


Hay momentos en la vida que el tener satisfacciones o momentos de gozo es prácticamente imposible, como que la felicidad nos da la espalda o simplemente nos saca la vuelta; sin duda es cuando mas tristes y abandonados nos sentimos y empezamos a buscar, mas por instinto que por necesidad, por todas partes, situaciones de felicidad o de gozo aun a costa de nuestro sacrificio.

A continuación les traigo un cuento que nos sirve de ejemplo para lo que les estoy comentando:


El Zapato 2 Números más Chico.

El hombre entra en la zapatería, un vendedor amable se le acerca:
—¿En qué lo puedo servir, señor?
—Quisiera un par de zapatos negros como los de la vidriera.
—Cómo no, señor. A ver, a ver... el número que busca... debe ser... 41, ¿verdad?
—No, quiero un 39, por favor.
—Disculpe, señor, hace veinte años que trabajo en esto y
el número suyo debe ser 41, quizás 40, pero... ¿39?
—39 por favor.
—Disculpe, ¿me permite que le mida el pie?
—Mida lo que quiera, pero yo quiero un par de zapatos 39.

El vendedor saca de un cajón ese extraño aparato que usan los vendedores de zapatos para medir pies y con satisfacción, proclama:
—¿Vio? Como yo decía: ¡41!
—Dígame ¿quién va a pagar los zapatos usted o yo?
—Usted.
—Bien, entonces ¿me trae un 39?

El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar el par de zapatos número 39. En el camino se da cuenta de lo que pasa: los zapatos no son para él, seguramente son para hacer un regalo.
—Señor, aquí los tiene: 39 negros.
—¿Me da un calzador?
—¿Se los va a poner?
—Sí. Claro.
—Son... ¿para usted?
—¡Sí! ¿Me trae el calzador?

El calzador era imprescindible para conseguir hacer entrar ESE pie en ESE zapato. Después de varios intentos y de ridículas posiciones, el cliente consigue meter todo el pie dentro del zapato.

Entre ayes y gruñidos camina algunos pasos, con dificultad, sobre la alfombra.
—Está bien. Los llevo.
El vendedor siente dolor en sus propios pies de sólo imaginar los dedos aplastados dentro del 39.
—¿Se los envuelvo?
—No, gracias. Los llevo puestos.

El cliente sale del negocio y camina, como puede, las tres cuadras que lo separan de su trabajo. El hombre trabaja de cajero (¡!) en un banco.

A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas parado dentro de esos zapatos, su cara está desencajada, tiene las conjuntivas inyectadas y lágrimas caen copiosamente de sus ojos. Su compañero, de la caja de al lado, lo ha estado mirando toda la tarde y está preocupado por él:
—¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?
—No. Son los zapatos.
—¿Qué pasa con los zapatos?
—Me aprietan.
—¿Qué pasó? ¿Se mojaron?
—No, son dos números más chicos que mi pie...
—¿De quién son?
—Míos.
—No entiendo. ¿No te duelen los pies?
—Me matan, los pies.
—¿Y entonces?
—Te explico –dice, tragando saliva—. Yo no vivo una vida de grandes satisfacciones, en realidad, en los últimos tiempos tengo muy pocos momentos agradables.
—¿Y?
—Yo me mato con estos zapatos. Sufro como un hijo de puta, es verdad... Pero dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los saque... ¿Te imaginas el placer?... Qué placer, loco... ¡Qué placer!

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