jueves, 13 de agosto de 2009

Cuando el Poder es Mal Otorgado


“No dudes en controlarle o no el poder a una persona, duda en dárselo….”

Cuantas veces nos hemos topado en esta vida con representantes de la ley o autoridades que a simple vista demuestran su falta de preparación, educación y cultura, para ocupar ese cargo; cuantas veces hemos visto u oído noticias que son tendenciosas o exageradas para captar la atención; cuantas veces alguien, a quien queremos mucho, te impone condiciones sin pedirte opinión.

Seguramente, ante estos cuestionamientos, inmediatamente viajamos en el tiempo para llegar a esos momentos en los que la impotencia y la frustración llegaron a nosotros ante la imposibilidad de contener las actitudes y acciones de la persona que tiene el poder.

Es muy común, al momento de otorgar el poder, ver que la persona se desviva en agradecimientos por la confianza depositada en ella y asegura, con cara de sinceridad, no defraudar tal honor, aun a costa de su propia vida.

Pero que sucede después de eso?, pues poco a poco van tendiendo sus tentáculos hasta rodearte por completo y empezar a manipularte en todo, algunas veces indirectamente y otras dolorosamente no tanto, todo esto aun a costa de tu libertad.

Lo que inicio como un favor que le concediste después se hace una obligación y al final un castigo.

El otorgarle poder a una persona es prácticamente entregarle tu vida, tu futuro, ya no te dará la oportunidad de pensar pues empezara con sugerirte algo para después ordenarte e incluso amenazarte si no cumples con lo que te dice.

Y que se puede hacer al respecto? No es muy simple, el controlar el poder a una persona que se lo otorgaste difícilmente lo vas a poder hacer sin incurrir en situaciones extremas que, por lo general terminan en rompimiento de la relación, de cualquier tipo que esta sea.

Una vez otorgado el poder, la persona “honrada” con esa distinción tomara como una obligación el llevarte por el camino correcto, ya sea haciendo que hagas algo o simplemente que dejes de hacerlo.

Poder en las Autoridades.-

Hay ocasiones, cuando de la autoridad se trata, que los que tienen el poder, este lo usan, con descaro para su propio beneficio, escudándose, algunas veces, en su fuero o en la nula oportunidad que tienen los gobernados para reclamarle sus acciones o su falta de ética en las mismas, además de que para ser removido de su cargo la solicitud debería venir desde adentro y como es de todos sabido “perro no come perro”.

Y ni que decir de los policías o agentes de transito que cuando te “sorprenden” en una infracción al reglamento después de detenerte, con el clásico “oríllese a la orilla”, adoptan una actitud de perdonavidas, caminan hacia ti parsimoniosamente, como si sus flatulencias no olieran, te solicitan tus documentos, con solemnidad te hacen ver la falta que cometiste, los gastos a que te has hecho acreedor, lo disfrutan porque le están pegando al “estiradito”, al “estudiado”, al “hijo de papi”, y todo esto pensando en sus adentros “… y yo ni la secundaria termine..”

Poder en los Medios.-

Considerado como el Cuarto Poder, (después del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial) este es por demás patético y todo esto por el famoso rating que es lo que les dice quien es quien ante el publico consumidor y por lo tanto se sienten con la verdad en la boca, como producto terminado, sin ver que, en realidad, la gente cuenta con muy pocas opciones en que entretenerse.

Hacen, o deshacen, artistas o personajes de la vida a su conveniencia, antojo o por encargo; manejan la información para alarmar a la gente o calmarla según sea la “línea”, promocionan productos que son la solución a tu vida y a tus enfermedades, llenan sus espacios con noticias y programas que no enriquecen la vida diaria de las personas, en otras palabras solo sirven para perder el tiempo. Este es sin duda un poder ampliamente desperdiciado para muchos y de gran beneficio para pocos.

En fin, la culpa es de nosotros, los que les otorgamos el poder, poder para hacer lo que ellos quieran.


Aquí queda bien una frase para cerrar el comentario:


“No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre….”


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