sábado, 25 de septiembre de 2010

Los curas no mienten.


Una señora venía en un vuelo desde Irlanda, sentada junto a un cura. Antes de aterrizar, la mujer le preguntó al religioso si le podía hacer un favor.

-Por supuesto hija, ¿qué puedo hacer por ti?

-Mire padre, le llevo de regalo una plancha para el cabello a mi mamá. Viene en una caja cerrada y temo que por el sobrepeso me la quiten en la aduana. ¿Sería posible que la pase usted por mi?

-mmm sí... podría llevarla debajo de la sotana. Pero debo advertirte hija mía que no puedo decir nada que no sea verdad.

-No se preocupe Padre, con su investidura nadie se atreverá a revisarlo.

LLegados al puesto de Aduana, el oficial preguntó:

-¿Padre, trae algo que declarar?

-De la cintura para arriba no tengo nada que declarar -dijo el sacerdote.

Sorprendido por la respuesta el oficial de Migraciones insistió:

-¿Y qué tiene que declarar de la cintura para abajo?

-Llevo un maravilloso instrumento diseñado para ser usado por las mujeres, pero hasta este momento permanece sin estrenar.

Con una sonora carcajada le dijo el oficial:

-¡ADELANTE PADRE! ...el que sigue...
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