sábado, 25 de septiembre de 2010

Cuando la comicidad cae en lo vulgar


En mi opinión, los cómicos no necesitan recurrir
a las malas palabras ni a las grocerías.
Esa clase de lenguaje
constituye un recurso fácil y poco inteligente.

A veces, los cómicos son presa del pánico y ansian oír una risa,
por lo que echan mano de una mala palabra
o proceden a insultar a la gente.

El publico quizá ría en ese momento,
pero en cuanto sale del lugar,
el sentido de la dignidad vuelve a hacer acto de presencia.

Muchos concurrentes se preguntaran entonces:
"¿Por qué vine a oír esto?".

No creo que la gente deba pagar para oir vulgaridades
que se leen en las paredes de los baños públicos.
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