En mi opinión, los cómicos no necesitan recurrir 
a las malas palabras ni a las grocerías. 
Esa clase de lenguaje 
constituye un recurso fácil y poco inteligente. 
A veces, los cómicos son presa del pánico y ansian oír una risa, 
por lo que echan mano de una mala palabra 
o proceden a insultar a la gente. 
El publico quizá ría en ese momento, 
pero en cuanto sale del lugar, 
el sentido de la dignidad vuelve a hacer acto de presencia. 
Muchos concurrentes se preguntaran entonces: 
"¿Por qué vine a oír esto?". 
No creo que la gente deba pagar para oir vulgaridades 
que se leen en las paredes de los baños públicos.

