martes, 4 de mayo de 2010

Nunca es Demasiado Tarde por Norman Vincent Peale

Hay una frase decepcionadora que esta en labios de mucha gente: “¡Ya es demasiado tarde!”. El hombre que abandona los estudios de secundaria se lamenta de su humilde empleo, desearía volver a la escuela y terminar su instrucción, pero le parece que “Ya es demasiado tarde”. El esposo infiel quisiera salvar su matrimonio, pero “ya es demasiado tarde”. Una oficinista, despedida por ser alcohólica, desearía vencer su adicción y volver a empezar, pero “ya es demasiado tarde”.

Son pocas familias en las que no hay relaciones rotas. Al principio, las personas distanciadas no están de humor para reconciliaciones, y cuando ya ha transcurrido algún tiempo, consideran extemporáneo ofrecer disculpas o tratar de limar asperezas.

A esas personas les digo: “¡Que tontería! Nunca es demasiado tarde para corregir yerros, para echar borrón y cuenta nueva”.

No hace mucho leí un articulo sobre el distinguido músico Robert Shaw, con el motivo de que dejaba el cargo de director de la orquesta Sinfónica de Atlanta. Años antes, cuando me nombraron pastor de la Iglesia Colegial Marble en la ciudad de Nueva York, Shaw había ido a verme para sugerirme que un coro de jóvenes cantara en los servicios religiosos. Él dirigía uno, y estaba dispuesto a llevarlo.

Pensé que de esa manera atraeríamos a los jóvenes de nuestra congregación, así que acepté. Cuando conocí a los estudiantes, los vi muy entusiasmados, animados por un espíritu altruista, y no dude de que su intervención enriqueciera nuestras ceremonias, además de que sería muy bien acogida.

Por desgracia, algunos feligreses, entre ellos dos personas mayores muy tradicionalistas, consideraron que aquella innovación representaba un cambio demasiado brusco en los usos y costumbres de la congregación. Me manifestaron su protesta enérgicamente. Al fin, le dije a Shaw que lo lamentaba, pero tendríamos que cancelar nuestro acuerdo.

Él se mostró contrariado, pero me aseguro que lo comprendía. El incidente siempre habría de molestarme, porque entonces no tuve el valor de defender mis convicciones.

Transcurrió casi medio siglo. En todo ese tiempo no vi jamás a Shaw, ni hable con él. Pero cuando leí el articulo mi conciencia me recordó que había cometido un error que todavía no había enmendado.

Le escribí una carta, diciéndole que en aquella ocasión me había equivocado y lo lamentaba. La respuesta del gran músico no tardo en llegar. Me agradecía “la generosidad, el donaire y la sinceridad” de mi mensaje, además de afirmar que el error había sido de ambos.

¡Fue un verdadero alivio para mí! Su carta, felizmente, demostraba que incluso después de muchos años una palabra de disculpa no resulta fuera de lugar.

¿Por qué no buscar en nuestra memoria algún episodio en atención al cual podríamos tener un gesto que posibilitara la reconciliación, o bien una querella pendiente de solución, o alguna circunstancia que nos pida demostrar buena voluntad?

Aunque haya pasado mucho tiempo, no nos desalentemos pensando que es demasiado tarde. Porque nunca es demasiado tarde para rectificar.

  Por: Norman Vincent Peale en Daily Guidepost
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