jueves, 18 de marzo de 2010

Nuestra reacción ante los comentarios



Hay ocasiones en que, cuando alguien no nos trata como creemos merecerlo, nos acometen pensamientos negativos hacia esa persona, pero ni siquiera nos atrevemos a decírselos directamente.

En cambio, si lo hacemos a otras personas con la intención de que nos sirvan de mensajeros de nuestro malestar y pensando que con ello el trato mejorará.

Una mujer se quejo con su vecino por el mal servicio que le habían dado en una farmacia cercana, pensando en que él transmitiría su mensaje al farmacéutico en cuestión. La siguiente ocasión en que la mujer paso a la tienda, el encargado la saludó calurosamente, le expresó lo mucho que agradecía su preferencia, y de inmediato surtió la receta. El hombre añadió, además, que si él podía hacer algo por su familia, ella debía tan solo llamarle, aunque no fuera en horas hábiles.

La mujer comento después aquella mejoría a su vecino, y concluyó: “gracias por hacerle saber mi insatisfacción al farmacéutico; ¡funcionó muy bien!”

“Bueno, en realidad yo no hice eso – aclaró al momento su amigo-. En vez de ello, le dije que había quedado usted muy impresionada con la forma en que él había desarrollado su negocio, y que a usted le parecía que la suya era una de las farmacias mejor administradas que había conocido."
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