En una ocasión, en un curso de relaciones personales la instructora nos pidió que escribiéramos “Te quiero” en 25 palabras, o menos, sin utilizar los términos “te quiero”, y nos dio 15 minutos para hacerlo.
Mi compañera de al lado se paso 10 minutos mirando al techo y revolviéndose en su asiento.
Los últimos cinco minutos escribió con frenesí, y después nos leyó el resultado:
“Bueno… he visto miles de peinados peores que el tuyo, cariño”
“Estas galletas casi no están quemadas”.
“Acurrúcate para que te caliente los pies”.