Hay cosas en la vida que se consiguen casi sin hacer nada, hay otras que se logran haciendo algún esfuerzo, pero siempre, las más significativas, las que se consideran de gran valor se consiguen haciendo un gran esfuerzo pero además corriendo riesgos.
Puedes vivir tranquilamente sin aspiraciones, trasladándote con comodidad de un día a otro, conformándote con lo que hay, con lo que es prácticamente de todos; pero si quieres tener algo muy tuyo, de lo cual te sientas orgulloso hay que arriesgar para conseguirlo.
Para tener una vida plena, sentirse satisfecho con la misma y disfrutar del gusto de las cosas, en ocasiones hay que correr el riesgo.
Que no te importen las apariencias, ni tampoco el que dirán, que no te limiten tus miedos aunque veas que:
-Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
-Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.
-Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.
-Demostrar tus sentimientos es correr el riesgo de demostrar tu verdadero yo.
-Poner tus ideas, tus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.
-Amar es correr el riesgo de no ser amado.
-Vivir es correr el riesgo de morir.
-Esperar es correr el riesgo de desesperar.
-Tratar es correr el riesgo de fracasar.
Corre el riesgo. Trépate y súbete a la rama donde está el fruto. Muchos de los otros están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida.
Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo.
Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron. Siempre se ha dicho: “No tenemos porque no pedimos”.
En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo.
Pero hoy es un día para correr riesgos, que esperas?