Este fin de semana que termino, me di a la tarea de re-leer un libro que tenia guardado en mi pequeña biblioteca y que salve, milagrosamente, de la inesperada limpia que se inicio en mi casa en los últimos días, cuyo lema –para mi amenaza- e intención es “tirar todo lo que no sirva”; al momento de escribir este post aun no se si estoy incluido en ese concepto.
El libro se titula “El Fracaso del Socialismo”, Edit. Tradición, 1976, escrito por el, en aquel entonces, severo critico político y economista Luis Pazos.
Cuando se edito el libro, el tema del mismo era de contundente actualidad pero al leerlo de vuelta, 33 años después, me doy cuenta que los conceptos están aun vigentes y lo que es mas, con ejemplos palpables y a la vista de todos.
Durante la semana tratare de irles transcribiendo fragmentos relevantes de los principales puntos que menciona el libro, por lo pronto iniciare con el siguiente:"La Teoría y la Práctica
...En las ciencias sociales, en las que el objeto de estudio es el hombre, frecuentemente se dice que falla el hombre y no las teorías...
¿Quién tiene la culpa de la ineficacia de las teorías?
Es frecuente oír, en círculos de intelectuales y economistas, la frase: “es una buena teoría, aunque no ha dado resultado en la práctica”. La teoría y la práctica están íntimamente ligadas. Una teoría que no es práctica, no es una buena teoría. Dice el economista Benegas Linch: “la intención de la teoría es interpretar la realidad; por tanto es buena cuando logra aquel propósito, y mala, cuando no lo logra.
En las ciencias sociales, en las que el objeto de estudio es el hombre, frecuentemente se dice que falla el hombre y no las teorías. En realidad, el error está en las teorías, ya que partieron de un falso concepto del hombre.
Actualmente, tenemos decenas de teorías económicas y políticas que han sido un fracaso en la práctica, por querer transformar al hombre en algo que no puede ser y no tomarlo tal como es.
El hombre no es un ser malvado y egoísta por naturaleza, pero tampoco es un ser bondadoso, altruista y dispuesto a sacrificar el bien propio por el colectivo. Si una teoría presupone que el hombre es cualquiera de estas dos cosas, estará ondenada, en la práctica, al fracaso.
El hombre es cambiante por naturaleza: bueno y malo, egoísta y bondadoso, y trata de satisfacer sus necesidades propias antes que las colectivas.
Cualquier intelectual que quiera elaborar una teoría, debe considerar al hombre como un ser de materia y espíritu, con virtudes y vicios, si quiere que sus teorías lleguen a ser prácticas y útiles a la humanidad.
Al decir de un profesor alemán: “nada hay más práctico que una buena teoría”.