Una de las muchas ventajas del ser humano es tener la oportunidad de decidir y no tan solo eso sino razonar antes de hacerlo.
Hay ocasiones en que la gente se va por el mal camino argumentando que ese fue el ejemplo que le dieron sus padres, sin embargo hay otros que lo duro de su niñez les sirve como aliciente para hacer todo lo contrario.
A continuación les traigo una historia de dos jóvenes que a pesar de haber escogido caminos diferentes, al llegar a su madurez, tuvieron la misma respuesta a una pregunta que les hicieron:
Eran dos hermanos criados
en el mismo hogar, cercanos entre ellos,
pero muy distintos el uno del otro.
Habían compartido la dura experiencia de
crecer junto a un padre alcohólico,
autoritario, irresponsable, el cual estuvo
varias veces en la cárcel por creer vivir
bajo su propia jurisdicción.
El hermano mayor se convirtió en
alcohólico, dejó la escuela y se casó.
Frecuentemente maltrataba a su familia,
apenas trabajaba y en repetidas ocasiones
tenía problemas con la policía.
Cuando en una ocasión le preguntaron
porqué actuaba de esa manera, él contestó:
- Con un padre y una infancia como la
que tuve, ¿Cómo hubiera podido ser distinto?
El hermano menor, a pesar de los
problemas y dificultades, nunca dejó de
estudiar, se casó y se convirtió en un
atento esposo y en un buen padre.
Era también un empresario exitoso que
aportaba mucho a su comunidad.
Un día, en una entrevista, le
preguntaron a qué atribuía el éxito
que en su vida había tenido, y respondió:
- Con un padre y una infancia así,
¿Cómo hubiera podido ser distinto?
Es muy fácil seguir los malos ejemplos, dejarse llevar por el vicio y la maldad, entregarse a lo fácil; para muchos la maldad no se crea ni se destruye, solo se transforma, pero a mi entender la maldad no existe, simplemente es ausencia de Dios.