jueves, 28 de octubre de 2010

Perdonando a los enemigos


El abad le preguntó a su alumno preferido cómo andaba su progreso espiritual. El alumno respondió que estaba consiguiendo dedicarle a Dios todos los momentos del día.

-Entonces, ya sólo te falta perdonar a tus enemigos.

El muchacho se quedó desconcertado:

-¡Pero si yo no odio a mis enemigos!

-¿Tú crees que Dios está enfadado contigo?

-¡Claro que no!

-Y de todas maneras tú imploras Su perdón, ¿no es verdad?

Pues haz lo mismo con tus enemigos, aunque no los odies. El que perdona está lavando y perfumando su propio corazón.
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