El hombre caminó por la calle principal de su ciudad. 
Vio a mendigos, lisiados, miserables. 
Como no conseguía soportar más 
tanta miseria clamó a los cielos: 
“Dios, ¿cómo puedes amar tanto al ser humano y 
al mismo tiempo no hacer nada por quien está sufriendo?”
Y una voz le respondió: 
“Yo ya hice algo por ellos: te hice a tí”.

