Hay ocasiones en que nuestra falta de éxito nos frustra y nos aleja de la realidad. En vez de intentar cosas nuevas buscamos pretextos que justifiquen nuestra mediocridad. Inclusive hay quienes disfrutan mas el buscar justificantes que el intentar encontrar soluciones.
Es claro que no todo es fácil en la vida, que hay que luchar -y mucho- para conseguir lo deseado; pero cuando el esfuerzo es grande y no se consigue lo que queremos, siempre nos quedará la experiencia de todo lo que se hizo en el intento, la cual, en muchas ocasiones, es mucho mejor que el logro en sí.
Un discípulo fue en busca del rabino Nahman, de Braslaw:
- No continuaré mis estudios de los textos sagrados - dijo. - Vivo en una pequeña casa con mis padres y hermanos y nunca encuentro las condiciones ideales para concentrarme en lo que es importante.
Nahman señaló al sol y pidió a su discípulo que pusiera la . mano frente a su cara, de manera que quedara oculto. Y así lo hizo éste.
- Tu mano es pequeña y, sin embargo, ha conseguido cubrir totalmente la fuerza, la luz y la majestuosidad del inmenso sol. De la misma manera, los pequeños problemas consiguen darte la disculpa necesaria para no seguir adelante en tu búsqueda espiritual.
Así como la mano tiene el poder de esconder el sol, la mediocridad tiene el poder de esconder la luz interior. No culpes a los otros por tu propia incompetencia.