“Hay ocasiones en que la intimidación toma formas inesperadas” dice Robert Dilenschneider, presidente de Hill y Knowlton, Inc., -una de las má grandes compañías de relaciones públicas del mundo- y escritor de varios libros de desarrollo personal. “El desaire es una de ellas, y yo hago esfuerzos extraordinarios para rechazarlo”.
“Mientras esperaba mi turno para hablar en una conferencia, me halle solo en un recinto, con un banquero canadiense muy aristocrático. Para romper el silencio, le hice una pregunta sobre la ley comercial que se estaba debatiendo en el Parlamento de Canadá, y él me respondió con un despectivo ¡Bah!.
Transcurridos unos minutos, probé suerte con otra pregunta. Cinco minutos mas de pétreo silencio. Entonces redacté una nota y se la di. El banquero enrojeció de rabia… y luego soltó la carcajada; había comprendido que no le quedaba mas remedio que ser cortés.
En el trozo de papel yo había escrito: Puedo seguir con este juego el tiempo que usted desee”.