jueves, 22 de abril de 2010

Para que sirve un padre? Por Erma Bombeck

Sucedió algo raro a la hora del divorcio. El padre no obtuvo la custodia, y de todas maneras no pasaba mucho tiempo en casa, ¿Quién iba a echarlo de menos? Los niños. Pero ¿por qué?

Cuando nació el bebe, él no hizo las respiraciones del parto con su esposa. Estaba en la sala de espera, fumando un cigarrillo.

Nunca sabia donde se guardaban los pañales, y cuando tomaba en sus brazos a la criatura para que eructara, parecía que tuviera un ladrillo en las manos. Si encontraba a los chicos sentados en la acera, esperando a que volviera del trabajo, todo lo que hacia era pasarles la mano por el cabello y decirles: “¿Qué tal, chicos?”

¿Y saben qué sucedía cada vez que uno de los niños lloraba? Le gritaba a la madre: “¡Algo le pasa! ¡Quiere que vengas!” Ni siquiera se le ocurría que lo que el pequeño deseaba era su atención.

En ocasiones parecía que estaba a punto de besarlos, especialmente cuando se lastimaban o a la hora de acostarlos, pero se contenía. Muchas veces daba la impresión de que no creía ser importante, de que se consideraba una persona esperada en casa solo para reprender a los niños.

Como madre, me pregunto cual es ese atributo mágico e inefable que los pequeños ven en su padre. ¿Es la fuerza de sus manos, que les da plena confianza de que no caerán cuando los lanza al aire?

¿Es la calma que impone después de un ruidos pleito, cuando le pregunta a cada cual sus razones antes de emitir un juicio?

Tal vez perciben el temor oculto muy adentro, que nunca sale a la superficie, o la lagrima jamás derramada, o quizá el amor que rara vez va acompañado de palabras.

Sinceramente, no lo entiendo. A las madres se nos enseña que el amor y el respeto deben ganarse. Yo sé qué es lo que los padres no hacen, y me pregunto qué es lo que sí hacen para ganarse ese respeto y ese amor.

Sin planchar una sola camisa, ni preparar un pastel de cumpleaños, ni leer un cuento, ocupan un sitio privilegiado en la existencia de una criatura.

¿Es posible que los chicos perciban al ser humano irrepetible que estuvo presente al principio y que lo estará hasta el final, y que nunca será una madre, pero desempeñará ese peculiar papel de padre?

No lo comprendo. Pero los niños sí.


Por Erma Bombeck
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