Algo muy notable del matrimonio, y que rara vez se hace notar, es que vuelve parientes a los extraños.
Une reinos, resuelve conflictos bélicos, relaciona culturas y tiende lazos imposibles de tender de otro modo.
Cuando pienso en las personas tan diversas que se han vuelto importantes para mí porque se han casado con algún pariente mío, las diferencias de educación y de cultura parecen insignificantes.
Estas personas tienen ciertos derechos sobre mis bienes, y yo sobre los de ellas. Y no por algún merito especial, sino porque se trata de la familia.
No es verdad, como algunos insisten, que “un papel no cuenta”. Si cuenta, y mucho. Basta pensar de qué manera tan diferente reaccionaríamos si el novio de nuestra hija nos pidiera ayuda, y si nos la pidiera un yerno.
El matrimonio importa, y mas importa el hecho de que estamos olvidando cuanto importa.
