En un mundo donde la gente teme las consecuencias de vivir en un planeta sobrepoblado, es sorprendente y tranquilizador observar la disminución de la fertilidad. Las asombrosas caídas de sus índices están produciendo grandes beneficios.
La tasa actual de fertilidad de la mitad del mundo es de 2,1 o menos, un número congruente con una población estable. Esta disminución en la clase media y pobre significa que, por primera vez, la mayoría de las madres tienen el número de hijos que desean e implica una mayor seguridad para las miles de millones de personas vulnerables.
El descenso de la fertilidad es una bendición que favorece al crecimiento económico. La tendencia consiste en tener menos miembros en la familia y llevar una vida más próspera y abundante. Pero hay quienes opinan que hay aún demasiada gente para los frágiles ecosistemas de la Tierra y que es hora de detener e, incluso, revertir el aumento de la población. Se sabe que, si la población mundial sigue aumentando, los daños en el medio ambiente serán aún más severos en los próximos años.
El aumento de la población agravará las consecuencias del calentamiento global, las migraciones masivas y la escasez de agua, alimentos y otros recursos. Por otro lado, el crecimiento económico está ayudando a cientos de millones de personas a salir de la pobreza extrema, pero, si la tendencia es copiar los patrones de creación de riqueza que fueron seguidos en Europa y EUA, eso traerá consecuencias nefastas para el planeta.
Hay varias maneras de limitar los impactos ambientales por parte de los humanos: mediante la tecnología, iniciativas gubernamentales y políticas dirigidas a la población.
La planificación familiar no puede hacer mucho más, pues el aumento de la población ya se está frenando considerablemente. La raza humana depende, entonces, de las otras dos opciones. Es vital que los gobiernos tengan iniciativas como la de fomentar la inversión en el desarrollo de tecnologías más baratas que permitan a la gente disfrutar del crecimiento económico sin destruir el capital natural del planeta.
La caída de la tasa de fertilidad puede ayudar a mejorar la calidad de vida de los pobres, pero no necesariamente puede salvar la Tierra; eso sólo depende de nosotros mismos.
Fuente: The Economist