martes, 5 de enero de 2010

El Valioso Tiempo de los Maduros


Reflexionando ahora con el año nuevo, conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…


Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando se dio cuenta que le quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente. Ya no tengo tiempo para esas reuniones de hace años, hasta altas horas de la noche, donde se discutía de política, religión, civismo, leyes, sabiendo, desde un principio, que no llegaríamos a nada.

Ya no tengo tiempo para aguantar a esas personas que se quedaron en la infancia; detesto la mediocridad y las cosas a medias. Ya no quiero estar en reuniones donde se pierda el tiempo con egos inflados. Detesto a las personas que se ufanan de ser ventajosos.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Me disgustan los que hacen hasta lo imposible, aun a costa de otros, por conseguir un majestuoso cargo.

Todos quieren medir a las personas por su titulo o su cargo, no por lo que son. El titulo si no lo revalidas se hace viejo y el cargo lo puedes perder el día de mañana.

Ya no tengo tantas golosinas como antes para disfrutar así que las pocas que me quedan las tengo que bien aprovechar.

Quiero rodearme de gente que sepa reir de sus errores, que sea mas humana, sensible con las cosas de la vida que estamos viviendo. Que no mienta, que diga la verdad, aunque sea su verdad. Que no se envanezca con sus triunfos. Que no huya, de sus responsabilidades.

Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer.

No tengo prisa, lo que me falta es tiempo para vivir con la intensidad, que sólo la madurez puede dar. Tengo en mente no desperdiciar, ni una, de las golosinas que me quedan. Seguramente serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta, de un tiempo para acá, es llegar al final satisfecho y en paz conmigo mismo, con mis seres queridos, pero principalmente, con mi conciencia. Espero que sea fácil lograrlo, y como no va a serlo si todo depende de mi, solamente de mi…
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