miércoles, 14 de octubre de 2009

El Miedo y La Timidez


Una de las emociones que causan una serie de situaciones automáticas es, sin duda, el miedo, ese que sentimos en momentos especiales.

El miedo es una emoción que se activa por la percepción de daño o peligro. La naturaleza del daño o peligro percibido puede ser física o psicológica.

El dolor ejemplifica el daño físico producido por quemaduras, heridas y enfermedades, mientras que los insultos a nuestra autoestima o a la amenaza de pérdida de una amistad son ejemplos de daño psicológico.

Cuando nos encontramos ante un estímulo que nos provoca miedo o temor, nuestro cuerpo reacciona activándose, de manera que estemos a punto para cualquier reacción de lucha o huida que sea preciso a fin de protegernos, ya que nuestro impulso más básico es el de la supervivencia.

Con el Miedo la sangre va a los músculos esqueléticos, en especial a los de las piernas, para facilitar la huida. El organismo se pone en un estado de alerta general y la atención se fija en la amenaza cercana.

Las Cejas se levantan y contraen al mismo tiempo. Las arrugas de la frente se sitúan en el centro y no extendidas por toda la frente. Párpado superior levantado y el párpado inferior en tensión y alzado. Boca abierta y labios o bien tensos y ligeramente contraídos hacia atrás, o bien estrechados y contraídos hacia atrás, Cara hacia arriba.

El hombre espantado queda de inmediato inmóvil como una estatua, conteniendo su aliento, o bien se esconde instintivamente, como temiendo ser visto. El corazón late con rapidez y violencia y levanta el pecho, pero es muy dudoso que trabaje más o menos que en este estado normal, es decir, que envíe mayor cantidad de sangre a todas partes del organismo.

La timidez tiene estrechas relaciones con el miedo, la etimología de la palabra lo expresa en varias lenguas, pero es muy distinta del sentimiento que se designa ordinariamente con esta última voz.

Cierto que el hombre tímido teme la mirada de los extraños, mas no podría decirse que le inspire miedo. Puede tener la audacia de un héroe en la guerra y sin embargo sentirse intimidado por verdaderas pequeñeces en presencia de otro hombre.

Puesto que la timidez parece reconocer por origen primero la atención fija en sí mismo, cierto es que, reprimiendo a los niños que a ella están sujetos, lejos de serles útil, no se hace más que aumentar su defecto, dando una nueva fuerza a la causa misma que le hizo nacer. En la Timidez, la mirada va hacia abajo y los ojos se ponen pequeños.



Fuente: Notes on Emotions
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