sábado, 19 de septiembre de 2009

Padres Exitosos Por Ramón de la Peña



El autor es Ingeniero Químico por el Tecnológico de Monterrey, fue rector del Campus Monterrey del Sistema Tecnológico de Monterrey. Actualmente es Director General del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y Presidente del Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo, CONEVYT. Es autor de libros de texto para Ingeniería Química y es editorialista en el periódico “El Norte” de la Ciudad de Monterrey.

Padres exitosos

Ramón de la Peña Manrique

Una de las áreas de oportunidad para nosotros, los padres es, sin duda, educar, cuidar y proteger a nuestros hijos. Jamás hemos recibido entrenamiento para ello, excepto, quizá, el que recibimos de nuestros padres, cuando ellos batallaban con nosotros. Desde luego, recibimos ese entrenamiento en una edad en la que nos era de poca utilidad, y nos fue dado, además, por unos maestros que a su vez habían recibido cero entrenamiento para ser buenos padres.

Afortunadamente, al paso del tiempo se han escrito libros que explican el arte y la ciencia de ser un buen padre. Desde luego, mi recomendación es leerlos y aprender de ellos, aunque no necesariamente seguirlos al pie de la letra, sino más bien tomarlos como guía para la relación con nuestros hijos.

-¿Qué le recomendaría usted a los futuros papás, ingeniero?- me preguntó hace tiempo un exalumno del Tecnológico de Monterrey.

-Prepárate, estudia, pregunta a los expertos reales o virtuales -le aconsejé-. Recuerda que lo virtual implica leer, así que lee, lee y vuelve a leer; pero sobre todo, dedica tiempo a tus hijos y quiérelos mucho -concluí.

Hoy puedo enriquecer mi respuesta con otras ideas que con el paso del tiempo he leído y aprendido:

Procura matar las arañas que has guardado en el ropero de tus recuerdos infantiles. No tomes como excusa el que te haya ido mal de niño para ser demasiado laxo en el trato con tus hijos ni dejes que esas malas experiencias te sirvan para relajar algunas normas que para ti son esenciales como, por ejemplo, el orden, la limpieza, la responsabilidad, el respeto y la puntualidad.

Pide consejo cuando tengas un problema. Nadie nace entrenado, ni sabiendo lo que conviene hacer en todas las circunstancias de la vida. Pide consejo cuando creas necesitarlo pero, sobre todo, está siempre atento al comportamiento de tus hijos y, cuando veas algo raro, no tengas miedo de intervenir. Siempre es mejor prevenir que lamentar. -El mantenimiento preventivo siempre es más barato que el mantenimiento correctivo- me diría un amigo ingeniero.

Recuerda que sólo los santos no se equivocan. Recuerda, también, que muchas veces lo peor es no hacer nada, así que no temas hacerlo; mucho menos te inhibas para actuar sólo por el temor a equivocarte. Hay que preocuparse, pero también hay que ocuparse en resolver las cosas.

Sé un ejemplo para tus hijos. El educador eres tú; el ejemplo para tus hijos eres tú; el paradigma, el orgullo, el non plus ultra debes ser tú. Decídete pues, a ser un buen padre y fortalece tu carácter para que haya congruencia entre lo que dices y lo que haces, tanto dentro como fuera de la casa.

Recuerda que los buenos y los malos hábitos se crean y se fortalecen en la casa. Una responsabilidad esencial que tienes como padre es la de crear buenos hábitos en tus hijos; la escuela influye mucho en esto, así como los medios de comunicación, para bien o para mal, pero tú no puedes eludir esa responsabilidad. Tienes la obligación de promover en tus hijos los hábitos que para ti son importantes y no debes quitar el dedo del reglón hasta en tanto se interioricen. Cada empresa, región, comunidad o país tiene su propia cultura. Lo mismo pasa con las familias, cuya cultura se manifiesta en los hábitos de comportamiento de sus miembros que, a su vez, reflejan los principios, valores, normas y entendidos que operan en esa familia.

No olvides que toda relación tiene dos vías. Como te veo, te doy, dice la sabiduría popular. Si quieres que tu hijo sea responsable, trabajador, honesto, veraz, respetuoso, así debes ser tú.

Recuerda que un título profesional no se logra en un día. Toda meta significativa toma tiempo y esfuerzo. El ser un buen padre, el formar un hijo, no es tarea de un día. La suma de pequeños cambios siempre hace un cambio mayor.

Nunca olvides que sólo tenemos una oportunidad de educar y criar bien a nuestros hijos. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, dice un conocido refrán. Debes darte tiempo para aquello que es importante. Date tiempo para trabajar, pensar, leer, reír, compartir pero, sobre todo, date tiempo para amar y ser amado por tus hijos; el lograr eso le dará un gran sentido a tu vida.

Piensa que nadie nace entrenado para ser un buen padre o un buen hijo. El hijo, sería mejor decirlo así, nace para ser formado por sus padres. No lo eches a perder: aprende a ser un buen padre o un buen abuelo. Para ello, lee, lee y vuelve a leer temas y libros relacionados con la paternidad. Pregunta y aprende de lo que veas hacer a los demás.

Disfruta a tus hijos. La vida es muy breve, así que hay que disfrutarla con ellos; el tiempo que estarán contigo también es muy breve, así que compártelo con ellos. Disfruta a tus hijos haz lo posible por educarlos como hombres y mujeres de bien.
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