Durante las atrocidades que acompañaron 
a la revolución bolchevique miles de personas 
eran arbitrariamente presas, agredidas, 
desnudadas y ejecutadas con un tiro en la nuca. 
Un testigo relata: 
“en el momento más trágico de nuestras vidas 
tenemos una absoluta necesidad de no sentirnos solos. 
Tanto es así que la mayoría de las víctimas 
pedía despedirse y, como no había nadie cerca, 
abrazaban y se despedían de sus verdugos".

