sábado, 20 de febrero de 2010

Ni un pelo de tonto o La caida del Cabello

Cuando era yo niño mi padre me explicaba que la calvicie era un signo de distinción y hasta de heroísmo. Subrayaba su parecido con personajes mitológicos que habían salvado al mundo o que lo habían asolado.

En ese entonces no se sabía tanto, como ahora, todas las características que posee este elemento humano. El cabello es en realidad un brotante bulbo de proteína fibrosa del cual ondean alrededor de 100,000 especimenes en cada cabeza normal. Siempre está creciendo…. y siempre se esta cayendo; cada día se pierden en promedio unos cien cabellos. Las personas que se están quedando calvas no pierden más cabellos que las otras: lo que sucede es que tal pérdida no siempre se sustituye.

Pese a lo que se diga en sentido contrario, la calvicie común no tiene nada que ver con sombreros apretados, ciertos cortes de pelo, mala circulación sanguínea, caspa, deficiencias vitamínicas, folículos capilares obstruidos, cuero cabelludo grasoso, la forma de cráneo, o el exceso de trabajo mental. Mi padre había perdido el cabello por una fuerza ajena a su voluntad: una implacable combinación de vejez, hormonas y genes; padecía alopecia andrógena, es decir, calvicie masculina hereditaria.

Esta no es la única forma de quedarse calvo (también existen la calvicie femenina hereditaria y la calvicie causada por enfermedad o agotamiento); pero sí es el modo mas común de perder el cabello.

Tal calvicie es un legado no muy bien visto por los hijos que lo reciben, y a veces salta generaciones, para aparecer después y atacar a algún incauto.

El proceso suele comenzar entre los 20 y los 30 años, cuando los genes de la calvicie dan instrucciones a los folículos pilosos (glándulas desde las cuales crecen los cabellos) de fabricar cantidades excesivas de la enzima llamada reductasa alfa-5. La testosterona, hormona masculina, se combina con esta enzima para producir dehidrotestosterona, que es la verdadera culpable. Bajo su influencia, algunos folículos se reducen, produciendo cabellos cada vez mas delgados, hasta que no pasan de ser solo una pelusilla. Otros dejan de producir para siempre.

El papel clave de las hormonas masculinas ha sido comprendido más bien por intuición a lo largo de la historia. Aristóteles, Hipócrates y algunos más notaron que los eunucos no perdían el cabello; en efecto, la castración sigue siendo el método más eficaz -aunque no muy atractivo- de impedir la calvicie. Como resultado, aun persiste el mito de que los hombres calvos son sumamente viriles: la verdad es que la calvicie solo requiere de un nivel normal de hormonas masculinas.

A lo largo de los siglos, hombres deseosos de conservar sus gónadas y su cabello han probado todos los tratamientos imaginables. Se han lavado el cuero cabelludo con brea, petróleo, e incluso con excremento de ganso y orina de vaca. Han metido la cabeza en gorros de goma conectados a bombas al alto vacío para sacar a la superficie los cabellos renuentes. Y todo esto sólo para encontrar, como uno de ellos reconoció meneando la cabeza con tristeza, que lo único que puede impedir que los cabellos sigan cayendo aun mas, es el suelo.

Algunos esfuerzos recientes han corrido con mejor suerte. Pequeños manojos de cabellos saludables, de la parte trasera o de los lados de la cabeza -áreas que no están genéticamente programadas para contraerse- pueden ser transplantadas quirúrgicamente a la parte frontal y a la coronilla. O bien, se puede hacer una reducción de cuero cabelludo suprimiendo secciones de la parte superior y tirando hacia arriba desde los lados mas cubiertos de la cabeza, para reducir la brecha.

Solo existe, en realidad, un medio para hacer que el cabello nos crezca más grueso: cubrir dos veces al día el cuero cabelludo con minoxidil, fármaco utilizado al principio contra la hipertensión. El 70 % de los pacientes que se aplicaron el remedio informaron de un inesperado crecimiento de cabello (a veces en lugares tan poco deseables como la frente). Avistando una potencial mina de oro, la compañía Upjohn ideo una solución de minoxidil al dos por ciento para uso externo, y la puso a la venta con el nombre de Rogaine o Regaine.

Aunque nadie sabe con certeza como actúa, tal vez el minoxidil active los folículos pilosos encogidos para que recuperen el tamaño capaz de elaborar cabellos fuertes y visibles. Con el minoxidil ha habido resultados prometedores, aunque limitados. Donde mejor ha funcionado es en esos lugares en que el cabello empieza a ralear, anunciando los inicios de la calvicie.

Entre un tercio y la mitad de los hombres que participaron en algunos estudios mostraron un crecimiento de cabello “significativo” o “de apariencia aceptable”. Pero, como algunos decepcionados médicos y usuarios del minoxidil declararon, la aceptabilidad está, mas que nada, en los observadores. “Una escasa cubierta sobre un cráneo desierto”, fue el comentario de cierto investigador.

El minoxidil no es para todos. Es solo para aquellos que inician con este penoso trance Además, el minoxidil no cura: es un compromiso de por vida. Deje de usarlo, y el cabello volverá a escasearle en pocos meses.

En los laboratorios se están probando otros medicamentos que acaso resulten mas eficaces que el minoxidil; pero mientras se perfecciona este remedio, o en lo que alguien aísla el gen de la calvicie y lo aniquila, los calvos debemos consolarnos con estas palabras de William Shakespeare: “Lo que se ha escatimado a los hombres en cabello, se lo ha dado con creces en ingenio.”





Fuente: In Health Magazine
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