En todas las bodas –bueno, de esas que se dignen ser de las que pasaran a la historia- siempre hay uno al que se le pasaron las copas mas de la cuenta, y una forma de saberlo es viéndolos bailar.
Se sienten los amos de la pista y hacen los pasos más extraños y divertidos que, para ellos, son los mas adecuados de acuerdo a la melodía y a su sentir en ese momento.
Pero resulta que así como la combinación del alcohol y el volante no es recomendable, el alcohol y la música tampoco lo es.
En el video que les traigo a continuación verán a una chica –muy pasada de copas y que se sentía el alma de la fiesta- dando rienda suelta a todo su glamour y aptitudes “teiboleras”, apropiándose del tubo central de la pista, que era el que sostenía la carpa que protegía a todos los invitados de los rayos del sol.
Las consecuencias… mejor véanlas: