sábado, 1 de agosto de 2009

El Optimismo y el Pesimismo ventajas y desventajas



En esta vida hay muchos tipos de personas, buenos, malos, enamorados, ilusionados, etc., etc., etc., pero, a mi parecer, la clasificación que los engloba a todos es con base a su actitud, es decir, si esta persona es optimista o pesimista.

A continuación trataremos de comentar algunos aspectos que caracterizan a unos y a otros asi como sus ventajas y desventajas.

El optimista es más rápido para la acción, es más activo. Pero subestima las dificultades y corre el riesgo de aventurarse en forma desprevenida en sendas peligrosas.

El pesimista, por el contrario, es excesivamente prudente y termina por perder muchas y buenas oportunidades.

Lo ideal seria contar con una sagaz mezcla de ambas actitudes que equilibren el buen razonamiento.

Por lo regular esta actitud ante las dificultades y el futuro, además de reflejarse en la vida diaria, repercute también en la relación con los otros seres que los rodean.

El pesimista tiene una visión negativa del futuro, pero también una visión negativa de los hombres. De ellos espera lo peor. Cuando los observa descubre, siempre, las peores cualidades, las motivaciones más egoístas, menos desinteresadas. Para el pesimista la sociedad está formada por gente mezquina, corrupta, malvada, siempre lista a sacar ventaja en beneficio propio de la situación. Gente de la cual no puede fiarse y que no merece su ayuda. Si le cuentan un proyecto, en poco tiempo presentará todos los obstáculos, todas las dificultades con las cuales la persona habrá de toparse. Y le dará a entender que luego, una vez alcanzado el objetivo, sólo tendrá amarguras, desilusiones y humillaciones. En poco tiempo hará sentir a la persona vacía, sin fuerzas.

El pesimista tiene un poder extraordinario de contagio. A veces basta encontrarlo a la mañana, por la calle, y en poco tiempo, transmite toda su actitud negativa y su pasividad. Su éxito consiste en explotar las tendencias, en todos nosotros, al negativismo y que no esperan otra cosa para ser despertadas y potenciadas.

La primera tendencia al negativismo es nuestro miedo al futuro. La segunda es nuestra tendencia natural a la pereza, a quedarnos quietos, encerrados en nuestra cáscara. El pesimista, en realidad, es básicamente perezoso. No quiere hacer esfuerzos para adaptarse a las cosas nuevas. Es rutinario. Tiene rituales precisos para despertarse, para la comida, para el fin de semana.

Frecuentemente, también es avaro. Su argumento es: ¿Por qué debe ser generoso, si todo el mundo está lleno de gente ávida, de corruptos, de aprovechadores?

Otra característica que lo identifica es su marcada envidia. Si se le hace hablar, se puede observar que elogia lo que ha hecho en el pasado. Y agrega que hubiera podido hacer muchas más cosas si no hubiera sido obstaculizado, si no hubiese tanta corrupción, si no hubieran sido favorecidos aquellos que no se lo merecen.

Pasemos ahora al optimista. Comparado con el pesimista, parece ingenuo. Confía en los hombres, corre el riesgo. Si se observa más atentamente uno se da cuenta de que en realidad, ve las maldades y las debilidades de los otros pero no se detiene por estos obstáculos. Cuenta con el hecho de que en cada ser humano hay algunas cualidades positivas y trata de despertarlas.

En cambio, el pesimista está recluido en sí mismo y no escucha a los demás, los percibe como entidades amenazantes.

El optimista siempre presta atención a las personas. Las deja hablar, les dedica tiempo, las observa. De esta manera logra identificar, en cada uno, algún aspecto positivo, esa cualidad que puede exaltar, hacer fructificar. Así consigue arrastrar a los hombres, unirlos, guiarlos hacia un objetivo.

El optimista también consigue superar mejor las dificultades. Porque está más abierto a soluciones nuevas y puede transformar rápidamente una desventaja en una ventaja. El pesimista ve la dificultad antes, pero se deja hipnotizar, paralizar por ella. Mientras que, a menudo, basta sólo un poco de imaginación para revertir la situación.

Por ultimo, no conozco una persona que su actitud negativa lo haya llevado al éxito, solamente a la comodidad de su balcón, donde solo ve pasar a los triunfadores.
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