Cada año, cientos de cartas llegan al numero 221 “B” de Baker Street, en Londres, dirigidas al legendario detective Sherlock Holmes, creado por sir Arthur Conan Doyle.
En las oficinas de la Abbey National Building Society -donde la casa victoriana de Holmes habría estado, si hubiese existido-, Suet Brown, actuando como su secretaria, responde: “El señor Holmes lamenta no poder escribir personalmente. Se ha retirado, prefiriendo la paz y tranquilidad de los campos de Sussex al estruendo del Londres moderno”.
Holmes sigue recibiendo tarjetas el día de su cumpleaños, invitaciones a bodas, tarjetas del día de la amistad, propuestas de matrimonio y, desde luego, cientos de peticiones para resolver misterios.
“Recibí una carta de un señor de Estados Unidos”, cuenta Sue. “Decía que al bajar de un tren en Kansas vio al profesor Moriarty, el archienemigo de Holmes, disfrazado de portero de ferrocarril. Rogaba a Holmes ir allá inmediatamente, para aclarar el caso”.