Hay momentos, cuando vierten un comentario mordaz hacia nosotros, en que nos hace falta contestarla, pero no tan solo hacerlo sino agregarle algo que haga que la gente voltee la vista hacia la persona que la inicio.
Así, hay personajes de la vida que no son capaces de contestar un comentario mordaz hacia su persona, y quiero pensar que se debe a que son demasiado nobles y no porque no tengan la capacidad.
Que divertido habría sido que, en la campaña electoral de 1988 en Estados Unidos, el senador republicano Dan Quayle hubiera replicado en forma brillante a la pulla del senador demócrata Lloyd Bentsen: “Senador, usted no es John Kennedy”. La respuesta de Quayle (“Observación realmente innecesaria, senador”) fue tibia. Solo sirvió para detener el golpe cuando se necesitaba un contraataque, una combinación de ingenio y veneno.