El triunfo en los negocios, el deporte, el amor, la amistad -es decir, en casi todo en lo que emprendemos- depende en gran medida de la imagen que tenemos de nosotros mismos. La gente que cree en su propia valía atrae el éxito y la felicidad como por efecto magnético; frecuentemente le suceden cosas buenas, sus relaciones personales son duraderas y lleva a termino sus proyectos. Como se diría comúnmente esa gente “atrapa la ventura al vuelo”.
En cambio, hay personas que parecen perseguidas por el fracaso y la frustración. Se les tuercen los planes, nada les sale bien, y ellas mismas se las arreglan para malograr su potencial. Los problemas de este tipo de personas suelen derivarse de su incapacidad para aceptarse a sí mismos. Pero cuando adquieren seguridad, a menudo sus dificultades se resuelven solas.
Cualquier persona, si se lo propone es capaz de cambiar su percepción de sí mismo. El hecho de que esta sea negativa no predestina a nadie a la desdicha ni a la derrota, pues es posible liberarse de actitudes viciadas y adquirir la saludable seguridad que resulta indispensable para hacer realidad los sueños.
He aquí como lograrlo: