Cuenta una historia real, que un anciano perdió el conocimiento en una calle de una gran ciudad y lo llevaron de emergencia al hospital.
Después de hacer algunas indagaciones, una enfermera del lugar pareció localizar al hijo del anciano, quien era un muchacho que trabajaba, prácticamente, al otro lado del país.
Cuando el muchacho llego al hospital la enfermera le dijo al anciano: “su hijo está aquí”. El pobre anciano, agobiado ya con tanta medicina, levanto su brazo tembloroso. El muchacho tomó su mano y la tuvo entre las suyas por varias horas.