Sucedió algo raro a la hora del divorcio. El padre no obtuvo la custodia, y de todas maneras no pasaba mucho tiempo en casa, ¿Quién iba a echarlo de menos? Los niños. Pero ¿por qué?
Cuando nació el bebe, él no hizo las respiraciones del parto con su esposa. Estaba en la sala de espera, fumando un cigarrillo.
Nunca sabia donde se guardaban los pañales, y cuando tomaba en sus brazos a la criatura para que eructara, parecía que tuviera un ladrillo en las manos. Si encontraba a los chicos sentados en la acera, esperando a que volviera del trabajo, todo lo que hacia era pasarles la mano por el cabello y decirles: “¿Qué tal, chicos?”