Un día, un viejo profesor fue contratado para dar una formación sobre la planificación eficaz de su tiempo a un grupo de quince ejecutivos de grandes compañías norteamericanas. Este curso constituía uno de los cinco talleres de su jornada de formación. El viejo profesor no tenía entonces sino una hora para "hacer pasar su materia".
Parado, delante de ese grupo de élite (que estaba listo a anotar todo lo que el experto le iba a enseñar), el viejo profe los miró uno por uno, atentamente, y les dijo: "Vamos a hacer un experimento".
Debajo de la mesa que lo separaba de sus alumnos, el profesor movió un inmenso tarro de vidrio de más de 4 litros, que puso delicadamente en frente suyo. Luego sacó alrededor de doce piedras tan grandes como bolas de tenis y las depositó cuidadosamente, una por una en el gran tarro.