jueves, 29 de octubre de 2009

El incentivo que conduce al Éxito



La mayor recompensa que ofrece el éxito es la satisfacción personal.

Aunque con frecuencia consideramos que el éxito se mide por la acumulación de riqueza material, hay otros aspectos que deben tenerse en cuenta. Sin duda éste es un factor importante, pero el verdadero éxito reside en la satisfacción de saber que se ha hecho un buen trabajo y se ha conseguido lo que se quería.

Einstein, por ejemplo, nunca acumuló demasiada riqueza. Pero, ¿quién se atervería a decir que no alcanzó el triunfo? Einstein llegó a la culminación de su carrera y cambió el mundo porque sabía lo que quería y tenía un plan para conseguirlo.

¿Cuál es el incentivo que conduce al éxito?

La respuesta consiste en seguir el mismo método de Einstein y de todos cuantos han alcanzado el triunfo. Para obtener el éxito es necesario quererlo con mucha intensidad. Recuerde que no es lo mismo desear algo que estar decidido a obtenerlo.

Este deseo ferviente de triunfar genera tal cantidad de energía que le ayudará a eliminar los obstáculos que antes le hubieron podido parecer insuperables.

Todo es posible para aquel que piensa que es posible.

Tiene que fijarse una meta en la vida. Anótela y grábesela en la memoria. Dirija todos sus pensamientos y energía a alcanzar esa meta. En lugar de dejar que los pequeños contratiempos le desanimen, intente aprender de ellos y no se aleje del camino que le conducirá a la consecución de sus objetivos.

Cuando Henry Ford empezó a trabajar en su primer “carruje sin caballos”, gente con menos visión que la suya – familiares y amigos -se rieron de él. Algunos lo llamaban “el inventor chiflado”.

Por muy chiflado que estuviera, Henry Ford sabía lo que quería, y tenía el deseo ferviente de conseguirlo. Nunca aceptó el fracaso. Fue un autodidacta que no recibío una instrucción formal ni estudio para ser mecánico.

No existen obstáculos para la persona que está decidida a alcanzar una meta en la vida.

Henry Ford cambió el rumbo de los acontecimientos en Estados Unidos. La producción en masa de sus automóviles puso el transporte al alcance de la clase media y abrión las fronteras de su país.

Se formaron grandes industrias alrededor del automóvil. Si Ford no hubiese inventado el “Tin Lizzie”, no se habrían creado las redes de carretas, ni los puestos de trabajo en la construcción, ni los servicios de comida rápida, ni los moteles.

Otro ejemplo digno de mención es el de John Wanamaker, que empezó como empleado de una tienda de ropa en Filadelfia. Desde el principio decidió que algún día él tendría su propia tienda. Cuando se lo comunicó a su jefe, éste se rió y le dijo:

“Pero John, si ni siquiera tienes dinero para comprarte otro traje. “

“No…contestó Wanamaker. Pero quiero una tienda como ésta o mejor que ésta. Y la voy a tener.”

John Wanamaker llegó a ser el dueño de uno de los establecimientos comerciales más grandes en la historia del país.

“Recibí una formación muy limitada”, dijó Wanamaker años más tarde, “pero adquirí los conocimientos que necesitaba a lo largo del trayecto, como la locomotora que va recibiendo agua durante su recorrido.”

Recuerde: La mente humana puede obtener todo lo que es capaz de concebir y creer.

La persona que está decidida a alcanzar el éxito sabe utilizar las oportunidades que tiene al empezar, y va adquiriendo lo que necesita a lo largo del camino.

Empiece ahora, esté donde esté.



Fuente: Piense y hagase rico por Napoleon Hill
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