Cuando Bernie Meyers, de Wilmette, Illinois, falleció súbitamente de cáncer a los 70 años de edad, su nietecita Sarah Meyers, que entonces tenia 10 años, no pudo despedirse de él. En las siguientes semanas la niña se mostró muy reservada.
Pero un día volvió a casa después de una fiesta de cumpleaños de una amiga suya, trayendo consigo un globo de helio de color rojo brillante. “Entró a la casa”, recuerda su madre, “y salio luego con el globo y un sobre dirigido a: Abuelo Bernie, Allá arriba en el cielo”.
El sobre contenía una carta en que Sarah le decía a su abuelo que lo quería mucho y que esperaba que él pudiera oírla. Sarah puso su dirección en el sobre, ató este al globo y lo dejó escapar.