Hay una frase decepcionadora que esta en labios de mucha gente: “¡Ya es demasiado tarde!”. El hombre que abandona los estudios de secundaria se lamenta de su humilde empleo, desearía volver a la escuela y terminar su instrucción, pero le parece que “Ya es demasiado tarde”. El esposo infiel quisiera salvar su matrimonio, pero “ya es demasiado tarde”. Una oficinista, despedida por ser alcohólica, desearía vencer su adicción y volver a empezar, pero “ya es demasiado tarde”.
Son pocas familias en las que no hay relaciones rotas. Al principio, las personas distanciadas no están de humor para reconciliaciones, y cuando ya ha transcurrido algún tiempo, consideran extemporáneo ofrecer disculpas o tratar de limar asperezas.