Seguramente se han dado cuenta que el lenguaje utilizado en la actualidad es de una calidad mucho muy inferior a la de no hace mucho.
En el género artístico se permite, aprueba y en muchas ocasiones su éxito se debe a la utilización de expresiones y palabras vulgares.
Igualmente en el diario hablar el uso de estos términos es muy común, especialmente entre los mas jóvenes, esto haciendo inexistente la vieja distinción entre el lenguaje de hombres y de mujeres.
Cuando esto sucede, el uso de expresiones y términos vulgares, entre el pueblo, las aplicación resulta ser hasta simpática y ocurrente, pero, cuando pasa en lugares inapropiados o que merecen respeto el portador de estas costumbres es visto como incivilizado y falto de cultura y educación.
El utilizar este tipo de palabras en una discusión denota no tan solo falta de cultura y educación sino que también en muchos de los casos ausencia del derecho a la razón.
El tema en si podría ser irrelevante, y hasta fuera de tono, a no ser porque esta forma de expresarse o de manifestarse pasa a aplicarse de un tiempo para acá en discusiones públicas entre partidarios de diversas posiciones políticas y económicas.
Cuando en ellas se hace uso del insulto, las palabras soeces o la violencia, deja entrever que el que las usa o aplica definitivamente no tiene la razón.
El lenguaje es un instrumento al servicio de la razón y requiere ser tan sutil como ella. Cuando el bien hablar es sustituido por la vulgaridad, podemos decir que la razón no esta con el que la usa.
Este uso de lenguaje es conocido como coprolalia. El origen de esta palabra proviene de Kopros, en griego, que significa excremento y Lalein, balbucear. La RAE lo define como el lenguaje bajo, grosero, vil, soez, de expresiones vulgares e insultos sin causa, usado de manera excesiva y sin razón.
Recuerdo que hace algunas generaciones el uso de estas palabras o expresiones estaba reservado solo para la gente de escasa cultura o educación, inclusive un termino muy usado, por lo menos en el noreste de México, para definir su uso, es del de “lenguaje carretonero”.
En la actualidad el uso de malas palabras se ha generalizado y es muy común oírlas en todas partes y por todo tipo de personas, desde reuniones sociales hasta medios de comunicación; publicidad, niños, mujeres, adultos, ancianos, políticos;
La coprolalia podría considerarse como la pandemia del lenguaje.
En días pasados escuchaba la platica entre varios jóvenes y me sorprendió el uso excesivo del lenguaje vulgar lo cual a mi entender denota una clara estrechez de vocabulario para poder expresarse.
A dos causas podríamos atribuirle esa falta de vocabulario, esto en todo tipo de persona, una, la mala calidad educativa -culpable, el gobierno- y otra que considero la mas importante, la escasa lectura que hacen –culpable, uno mismo-.
La lectura desde hace un buen tiempo ha sido sustituida por otras formas de diversión, como la televisión, las computadoras o los juegos electrónicos.
Volviendo a la coprolalia, el cine es su principal promotor, utilizada en un principio para causar sorpresa paso después a convertirse en lenguaje imprescindible, fomentando, con esto, el uso común, normal y aceptable en cualquier conversación sin importar el medio social en que se use.
Ahora bien, es claro que el uso de este lenguaje tiene efectos en la civilidad de quien lo usa, el lenguaje vulgar es agresivo, un antecesor de la violencia. Las palabras usadas son importantes en nuestras relaciones, como lo son nuestras manos, que pueden acariciar, pero también golpear.
No me considero un persignado, ni enemigo de esa forma de expresarse, inclusive lo considero como una de las libertades de expresión o una válvula de escape y en realidad, nada que deba preocupar. Y sin embargo, debemos entender que la coprolalia es falta de urbanidad y buenos modales, una indicación de primitivismo, baja educación e inhabilidad para discutir.