Si hay algo que todas las parejas desean al contraer matrimonio, es que su compenetración dure de por vida. Aunque muchos hombres y mujeres saben que el amor es elemento esencial para que el vínculo conyugal perdure, no se dan cuenta cabal de que ese sentimiento, sin una amistad estrecha, no es más que una ilusión hormonal.
No es posible desear mucho tiempo a otra persona, a menos que se trate de un amigo o amiga muy entrañable. La ausencia de amistad redunda inevitablemente en conflictos por las expectativas de uno y otro, y con ello la pérdida de confianza, la confusión y, a la postre, el distanciamiento.
Las parejas de casados que sostienen una buena amistad saben combinar la ternura y el compañerismo con la pasión y la actividad sexual; algo que a menudo resulta difícil.
Estudios psicológicos clínicos de renombrados terapeutas en el tema han detectado cinco obstáculos que debe salvar la amistad entre el marido y la mujer. Helos aquí:
1.- Ideas preconcebidas. Una de las razones por las que no hay compenetración entre los cónyuges radica en la suposición inconsciente de que el papel de consorte es distinto del de un amigo. Las personas que así piensan ven en su pareja a un amante, a una persona que adora, o a alguien que les inspira una acusada tendencia a protegerla. Pasan por alto que la pareja debe ser también un compañero, un amigo.
Esas personas sustentan la antigua noción de que, en el matrimonio, las funciones y las necesidades de cada uno de los cónyuges se complementan, y la amistad no tiene nada que ver en su relación. Buscan fuera del hogar algo tan simple y cotidiano como la compañía de los amigos, y a menudo le dedican más tiempo y atención que a su media naranja.
2.- Falta de compenetración. Durante la etapa romántica de una relación amorosa predominan el entusiasmo, el arrebatamiento, la dicha. Pero es preciso compartir temores y preocupaciones para que haya una verdadera intimidad. Los enamoramientos suelen ser apasionados, pero la mejor garantía del amor duradero es la amistad. Y para que esta exista es esencial contar plenamente con alguien en las duras y en las maduras.
3.- Desequilibrios en el dar y el recibir. La amistad entre casados solo es posible cuando se tratan como a iguales. Sin embargo, es muy frecuente que, en vez de que procuremos llevar a cabo el toma y daca de una relación igualitaria, nuestras expectativas ante el cónyuge sean poco razonables, y ello dificulta el trato amistoso.
4.- Aceptación condicionada. Los casados suelen arrogarse el derecho de exigir a su pareja que cambie en tal o cual aspecto, y al mismo tiempo esperan que esa persona sea su amiga; olvidan que los amigos son tolerantes con los distintos modos de ser. La comprensión y la aceptación que nos dispensan, son las cualidades que mas estimamos en ellos. Nadie espera que los amigos sean como imágenes de uno mismo, pero muchas personas –aunque se nieguen a reconocerlo- creen que su pareja debe de pensar y actuar como si fuera su doble.
5.- Rencores latentes. Para lograr una verdadera amistad en el matrimonio, hay que enterrar para siempre los viejos resentimientos. Nótese que esto no significa resolver los conflictos que los motivan. La mayoría de las desavenencias añejas jamás se dirimen, y los intentos de que así sea suelen encubrir el deseo de obtener una victoria definitiva. Lo mejor es olvidar ciertos motivos de la discrepancia y seguir adelante. Quienes desean acercarse a su pareja a pesar de alguna rencilla podrán hacerlo solo si modifican su conducta, y no solo el lenguaje. Cuando se comporten en forma entusiasta y cautivadora, que invite al cordial compañerismo, el cónyuge reaccionara positivamente.
En muchos matrimonios el egoísmo está presente en medida mucho mayor de lo que los cónyuges advierten. La gente suele desvivirse por sus amigos, por buscar áreas de interés común, y se preocupa por lo que les sucede. Desgraciadamente, para con el cónyuge la actitud es a menudo muy distinta.
La amistad implica acción. Surge cuando hacemos algo por animarla; cuando damos un paso para acercarnos a nuestra pareja y cuando hacemos concesiones con tal de satisfacer sus intereses y necesidades. Todos estamos fundamentalmente solos en esta vida, pero por medio de la amistad conyugal podemos enriquecer nuestro matrimonio y sentirnos aceptados, comprendidos y amados.
Fuente original: Husbands and Wives: exploding marital myths