El corazón ha simbolizado para la gran mayoría de las culturas el centro de la persona, donde se llega a la unidad y se fusiona la múltiple complejidad de sus facultades, dimensiones, niveles, estratos.
Ahí se encuentra lo espiritual y lo material, lo afectivo y lo racional, lo instintivo y lo intelectual.
Una persona con corazón es una persona profunda y a la vez cercana; entrañable y comprensiva, capaz de sentir emociones y al mismo tiempo ir al fondo de las cosas y los acontecimientos.
Una persona con corazón no es aquella dominada por el sentimentalismo sino la que ha alcanzado una coherencia, un equilibrio de madurez que le permite ser objetivo y cordial, lucido y apasionado, intuitivo y racional; la que nunca es fría sino simplemente realista. Tener corazón equivale para el hombre ser una persona integra.
En fin, el corazón es el símbolo de la profundidad y de la hondura. Solo quien ha llegado a una armonía consciente con el fondo de su ser, consigue alcanzar la unidad y la madurez personales. Y una persona así, siempre sera considerada como gente de buen corazón.
