Cierto día, una mujer joven, recibió una docena de rosas rojas con una tarjetita que decía: “Una persona que te quiere mucho”, pero sin firma.
No siendo casada, la muchacha pensó en los pretendientes que había tenido en su vida, antiguos amigos, o alguien apenas conocido.
Seguía pensando, tal vez su mama o su papa. ¿Algún compañero de trabajo? El caso es que se la pasó todo el día pensando quien pudo haberle mandado aquellas flores.
Por fin, llamo por telefona a su amiga para que le ayudara a pensar y descubrir el “misterio”.
Ya en la platica una frase que dijo su amiga le hizo surgir una duda hasta preguntarle:
-“Amiga. ¿Haz sido tu la que me enviaste las flores?”.
-“Si” contesto. Preguntó:
-“¿Por qué?”.
-“Porque la ultima vez que platicamos estabas de un humor negro, llena de juicios y desconfianzas hacia todos. Y yo quería que transcurrieras todo un día recordando todas las personas que te queremos….”