Dos hermanos se detuvieron a la orilla de un inmenso lago. Jamás habían visto nada semejante.
"Allí dentro hay alguien", dijo uno de ellos, contemplando el agua, sin saber que veía su propio reflejo.
El otro hermano comprobó lo mismo, y levantó su bastón. La imagen hizo lo mismo. Se quedó esperando el golpe, su imagen también.
Contemplo la superficie del agua. Sonrió, y la imagen sonrió. Dio una buena carcajada, y vio que el otro lo imitaba.
Cuando salieron de allí, uno de los hermanos pensaba:
"¡Qué agresivos son los seres que viven en aquel lugar!"
Y el otro reflexionaba:
"Quiero volver allí, porque encontré a alguien de rostro agradable y con buen humor".