Hay "males necesarios" de los que sin ellos no podríamos vivir, y, como diría un filosofo campirano "males no tan malos".
No siempre lo que no nos gusta nos va a hacer daño, tal vez nos incomodarán un poco, pero a final de cuentas no nos destruirán.
Cuando todo va muy bien en la vida y de pronto aparecen situaciones que nos hacen pensar que el mundo se esta empezando a voltear contra nosotros, es muy bueno analizar las cosas y ver si en verdad nos hacen daño o simplemente nos incomodan.
Un hombre que estaba muy orgulloso de su jardín vio, con gran desconsuelo, que éste había sido afectado por una plaga de dientes de león. Por más que intentaba no conseguía librarse de ellos. Desesperado, escribió al Departamento de Agricultura local: ¿Qué debo hacer?
Después de un largo tiempo recibió la respuesta: “Sugerimos que aprenda a quererlos”.
De igual manera, si alguna vez te invaden males inevitables, lo mejor es que aprendas a vivir con ellos y de ser posible sacarles provecho. Recuerda: lo que no te mata te engrandece.