Una de las más desconcertantes – y deliciosas – enseñanzas del maestro era repetir: “Dios está más próximo de los pecadores que de los santos”
Y lo explicaba de la siguiente manera: “El Señor en los cielos tiene un hilo que lo conecta a cada uno de los seres humanos. Cuando tú yerras, este hilo se corta y Dios hace un nudo. Cuantos más pecados, más nudos tiene la cuerda, más corta va quedando y la persona se aproxima cada vez más a Su misericordia”.