A todos nos cuesta trabajo perdonar. Hay personas que -por comodidad- promueven una especie de "perdón mágico", adjudicándole a éste la solución a todo conflicto interpersonal.
Otros, en cambio, utilizan el perdón como una vía de escape emocional frente a los recuerdos tristes del pasado, estrategia cuyo resultado muy pocas veces logra satisfacer el vacío y la frustración del ser interior.
Hay personas sinceras y valientes que en medio del dolor y de la adversidad han sabido elegir el camino del perdón. Hay que enfatizar la importancia y el beneficio que le brinda a nuestra persona la decisión de perdonar.
Una vez, en una conferencia, a manera de ejercicio, el instructor invito a los presentes a que realizaran un breve balance de sus vidas y perdonaran a aquellos que les habían perjudicado emocional y/o físicamente. Días después una joven de diez y siete años -que había estado presente en la conferencia- comentaba: "Mis papas se divorciaron cuando era niña... por mucho tiempo no pude perdonar a mi papá por haberse ido de la casa. Pero hace unos días, por fin pude hacerlo. ¡Pude perdonar a mi papá!
El perdón tiene un beneficio de doble vía. Cuando se escoje perdonar se libera toda la carga emocional hacia la otra persona, a la vez que se construye un espacio de libertad en el que el otro pueda reconsiderar su error y cambiar su actitud.
No es aconsejable hacerse el tonto y andar por ahí con una sonrisa prefabricada diciendo: "todo está ok", pasando por alto la situación de conflicto. Eso no es perdón. El perdón se da por amor, aunque el otro no lo merezca.
Perdonar quizás no haga que la otra persona cambie.. pero lo que si es seguro es que se experimentará una sensación de libertad y paz en su vida.
El Perdón, es poder que transforma.