Le pedí a Dios que se llevara mi orgullo,
y dijo Dios:
“No, no está en mi llevarme tu orgullo,
esta en tí renunciar a él".
Le pedí a Dios que sanara mi hija tullida,
y Dios me dijo:
“No, su espíritu esta curado,
es su cuerpo el que esta enfermo y eso es temporal”.
Le pedí que me diera paciencia
y Dios dijo:
“No, la paciencia es el derivado de las tribulaciones.
Eso no se da, eso se logra”.
Le pedí a Dios que me diera felicidad,
y Dios dijo:
“No, yo doy bendiciones,
la felicidad te toca a ti”.
Le pedí a Dios que no me dejara sufrir,
y Dios dijo:
“No, el sufrimiento te aleja de las preocupaciones mundanas
y te acerca más a mí”.
Le pedí a Dios que me ayudara a amar a los demás
como él me ama a mí
y Dios dijo:
“¡Vaya, hasta que se te ha ocurrido una buena idea…!”