Uno de los juicios norteamericanos más sonados de finales del siglo pasado fue el que protagonizó la estrella del deporte O. J. Simpson.
Se le juzgaba por el asesinato de su mujer y la prueba clave del juicio fue el análisis de ADN que se llevó a cabo con las muestras recogidas por la policía en la escena del crimen.
Durante el juicio quedó claro que tanto la acusación como la defensa estaban de acuerdo en que la prueba era fiable. Las muestras encontradas eran de O. J. El problema estaba en cómo llegaron allí.
Para la fiscalía era evidente que si las muestras estaban en el lugar del crimen era porque O. J. Simpson había estado allí. Para los abogados defensores era la policía quien las había puesto en el lugar de los hechos. Como todos sabemos, la brillante argumentación del equipo de abogados defensores que los millones de O. J. Simpson pudo pagar, consiguió para su defendido una sentencia absolutoria.
Desde el punto de vista científico, lo que este juicio dejó absolutamente claro es que la tan conocida prueba del ADN no sirve para acusar a nadie. El análisis de ADN no demuestra la culpabilidad; sólo sirve para identificar personas. De hecho, los análisis de ADN es la mejor arma que tiene la policía para excluir a falsos culpables.
La idea básica es, en principio, muy simple: comparar el ADN del sospechoso y el de la víctima con el obtenido en las muestras recogidas en el lugar del crimen. Uno puede preguntarse que usar ADN de la víctima está de más, y no es así. Por ejemplo, en Nueva York hubo un caso donde un hombre había sido acusado de violar y asesinar a una niña, y fue encarcelado gracias a que en su coche se encontró ADN de la víctima. Y no sólo eso.
En otro caso se encontró a una mujer muerta y maniatada a un árbol y pudo identificarse al asesino porque en su coche se descubrieron unas semillas que el análisis de ADN confirmó que eran semillas del mismo árbol.
Mas el momento crítico de todo el proceso, tal y como demostró de manera plena el juicio de O. J. Simpson, es el de la recogida de muestras. Ésta debe realizarse de manera impecable y, de entrada, no se deben contaminar las evidencias con ADN procedente del policía que las recogió.
Unas muestras que pueden ser de tejidos, dientes, pelos, saliva, sangre, semen… Curiosamente, el pelo es uno de los lugares más complicados de donde sacar ADN. Si ha sido arrancado, entonces lleva adherido células del cuero cabelludo y entonces es sencillo hacerlo. Pero si, como suele ser más frecuente, es pelo que simplemente se ha caído, entonces la tarea es mucho más laboriosa.
Pero usted que piensa, O.J. es culpable o no?
Fuente: Forensic Science Magazine