Cuando callas,
también hablas de ti mismo.
Cuando callas un secreto,
conozco tu fidelidad de amigo.
Cuando callas tu propio dolor,
conozco tu fortaleza.
Cuando callas ante el dolor ajeno,
conozco tu impotencia y tu respeto.
Cuando callas ante la injusticia,
conozco tu miedo y tu complicidad.
Cuando callas ante lo imposible,
conozco tu madurez y tu dominio.
Cuando callas ante la estupidez ajena,
conozco tu sabiduría.
Cuando callas ante los fuertes y poderosos,
conozco tu temor y tu cobardía.
Cuando callas ante lo que ignoras,
conozco tu prudencia.
Cuando callas tus propios méritos,
conozco tu humildad y tu grandeza.
El silencio es el templo donde el sabio medita,
la cárcel de la que huye el necio
y el refugio donde se esconde el cobarde.