Los hombres que han tenido una vida difícil, por lo general,
procuran facilitarles las cosas a sus hijos hasta donde sea posible,
privándolos de este modo de la disciplina de la lucha
y de la búsqueda de un lugar propio en el mundo,
que tan buenos resultados dieron en su caso.
Tales padres me recuerdan la historia de un individuo de buen carrazón,
cuyo pasatiempo era la crianza de mariposas.
Le conmovían tanto las penalidades que pasaban para salir del capullo
que en una ocasión, movido por una bondad mal entendida,
abrió uno con la uña del pulgar para que su diminuto inquilino
pudiera escapar sin necesidad de bregar.
La mariposa nunca pudo utilizar sus alas.