Todos tenemos algo que nos pasa en nuestra vida, algunas cosas buenas, otras no tanto.
Lo importante en todo esto es que -sean buenas o malas- las debemos de guardar para no olvidarlas y que nos sirvan de experiencia. Para ello debemos ser ordenados y no tenerlas, todas juntas, amontonadas en un rincon de nuestra memoria.
Para todo hay un lugar y un momento, tan solo es cuestión de que tengamos el valor y la paciencia para saberlas guardar.
Aquí algunas sugerencias:
Las derrotas y las fallas, al arcón de los olvidos
Los insultos, las ofensas y las burlas,
Al baúl de la indiferencia.
Las victorias, los logros y los triunfos,
A la castaña de la humildad.
La vida, al estante de la alegría.
La muerte, al ataúd del recuerdo.